- La hechicera de Teócrito: magia amorosa
Este poema es un “mimo”, un tipo de subgénero literario que mezclaba lo popular con los
parámetros de la época y que, en el caso de Teócrito, estaba hecho para ser leído y no
necesariamente representado. Otros mimos de Teócrito podrían ser Las siracusanas o Las
talisias. No se sabe mucho de este poema, y solo podemos suponer que fue uno de los
últimos que el autor escribió. Tiene claras influencias del poema (también mimo) de Sofrón
titulado Las conjuradoras de la Luna.
Nos encontramos ante un monólogo de la hechicera Simeta, quien nos habla en un
inicio de la intención de embrujar a un hombre, cuyo afecto e interés han sido perdidos. No
solo esto, sino que ha arrebatado la virginidad a Simeta sin casarse con ella. Dicho personaje
recibe el nombre de Delfis, y para embrujarle se recurrirá a la ayuda de la sierva Testilis y a
los poderes de la Luna, a quien se invoca como a una Diosa. También se invoca a Hécate, “la
subterránea”, diosa muy relacionada con la hechicería y el mundo de lo oculto. A Hécate se le
pide, pues, que sea propicia de cara al veneno o mejunje que pueden hacer. Y para hablar de
la calidad que esperan que éste tenga, se lo compara con aquellos que podrían haber realizado
otras grandes hechiceras del mundo clásico tales como Circe o Medea.
El poema tiene un tono desesperado, y en varias ocasiones Simeta apresura a Testilis
en su labor. Entre tanto, podríamos llegar a considerar al poema – o al menos a partes de él –
como un hechizo en sí mismo gracias a la repetición de fórmulas como “ave de amor, al
joven aquel arrastra hasta mi casa”, y a la invocación de las diosas de la que hablamos antes.
También vemos recreadas en la obra escenas tan típicas en el imaginario común de la
hechicería como la quema de elementos personales de la persona que recibirá el hechizo.
Finalmente Simeta, dirigiéndose a la Luna, como fue su historia de amor y como llegó a ser
engañada por Delfis. De esta manera ella se entregó a él, pero Delfis no tardó en abandonarla
y cambiarla por otras mujeres. - El cíclope: un amor imposible
Este poema tiene cierto carácter biográfico y está probablemente relacionado con un amigo
de Teócrito, el médico Nicias. Sobre el amor adolescente de éste se creó el personaje del
Polifemo, también adolescente e ingenuo (“Polifemo, que amó a Galatea cuando un fino bozo
apenas su labio sombreaba”) que se nos presenta en la obra.
Nada más empezar el poema, Teócrito nos dice que no existe otro remedio para los
males amorosos que el arte, personificado en la figura de las Piérides. Por otro lado, se nos
describe al amor como un estado de locura total que al Cíclope le llegó a causar mucha
desdicha. Sin embargo, Polifemo supo encontrar su consuelo en la poesía, y se nos transcribe
pues la obra que le dirigió a Galatea.
El poema puesto en boca de Polifemo nos cuenta primero su enamoramiento y
después nos revela que sabe que Galatea no lo corresponderá jamás por su condición de
cíclope. Ingenuamente, nuestro protagonista trata de convencer a Galatea de que a pesar de
ello tiene multitud de otras cualidades que lo compensan: con su cueva, sus ovejas y sus
laureles, le pregunta: “¿Quién prefiriera antes que esto la mar y las olas?”. Pero finalmente
Polifemo reconoce en su discurso lo imposible de sus pretensiones, y se lamenta. Acaba su
poema afirmando que hay más muchachas que cortejar en el mundo, y que él tiene otros
deberes aparte de llorar su amor no correspondido. El final del poema es aleccionador y
resignado. - Las siracosias o las devotas de Adonis
Se cree que esta obra también pudo estar inspirada en un mimo de Sofrón, Las que van a los
juegos Ístimicos. De nuevo, los personajes protagonistas son las mujeres. Este poema tiene
cinco escenas diferentes (vivienda, calle, palacio, etc) repletas de un contenido muy variado.
El texto comienza con Gorgo, a quien acoge su amiga Praxínoa en su casa. Las siervas
Éutiquis, Éunoa y Frigia acompañan a las amigas en esta primera escena. Nada más empezar
su conversación, Praxínoa se queja de Dinón, su marido. Lo llama “mala bestia envidiosa”, lo
cual nos da una idea de su carácter. Aunque Gorgo se suma a ratos a esta sarta de quejas
alrededor de la vida marital (haciendo referencia a su propio marido, Dioclitas), su postura es
en general mucho más conciliadora y trata de hacer ver a su amiga que debe tranquilizarse.
Ambas amigas se dirigen hacia el palacio del rey, acompañadas de Éutiquis y Éunoa.
Es en este momento en el que la quejosa Praxínoa aprovecha para alabar al rey Ptolomeo,
diciendo que gracias a él ya no hay tunantes ni tramposos molestos. Se refiere a la plebe
egipcia, a quien contrapone sus modales griegos y acomodados. Más adelante se nos revelará
que son, precisamente, de Siracusa como Teócrito.
Ya en el palacio encuentran un gran tumulto, entre el cual se encuentran con un par de
hombres desconocidos. Uno de ellos, grosero, hace referencia al dialecto siracusano,
abundante en vocales abiertas (“Esas bocazas abiertas me van a rajar los oídos”), ante lo cual
Praxínoa vuelve a reafirmarse en el orgullo que a ella le supone su procedencia (“Ordena a
tus siervos, y no a siracosias que somos y corintias de origen, entérate de ello, paisanas de
Belerofonte”).
Entretanto, su amiga la anima a escuchar a la cantante, que menciona de nuevo algo
relacionado con Ptolomeo. En este caso, a su divinizada madre, Berenice. No es la primera
vez que la vemos citada en el poema, pero esta mención se une a las otras muchas de
personajes de la corte como también, la reina Arsínoe, que vemos en el poema. Esto nos hace
pensar en que este poema pudo estar dedicado a la corte o que, al menos, fue bastante popular
en ella. Acaba finalmente con Gorgo alabando la actuación de la cantante y despidiéndose.
Juicio personal
Teócrito nació en la isla de Siracusa. Se cree que tal vez en alguna pequeña localidad en vez
de en una gran ciudad, dado el ambiente bucólico que recrea con éxito en muchas de sus
obras. La fecha exacta de su nacimiento es desconocida. La de su muerte es igualmente
desconocida, pero se cree que fue el 260 a.C.Llegó a Alejandría, consiguió la protección de
Tolomeo II, y se hizo poeta. Es por ello interesante su perspectiva de la sociedad egipcia.
De su obra solo nos llegó la colección de 31 poemas que llamamos los Idilios
(pequeños poemas sueltos), pero es bastante probable que no todos ellos sean obra de
Teócrito. Además, su temática es variada y no se reduce a la bucólica.Lo cierto es que el
estilo de Teócrito es de fácil entendimiento, aunque esto seguramente esté influido por la
brillante traducción con la que cuenta la edición que comentamos. Especialmente en el poema
del Cíclope, pero también en el de La hechicera se detecta una gran sensibilidad a la hora de
hablar del amor y en especial de la falta de él. Esto no lo hace incapaz de ciertos guiños casi
cómicos como los que encontramos en el personaje de Praxínoa en el idilio de Las siracosas.
A mi parecer, es un autor muy versátil y recomendable. Cabe destacar también su capacidad
para narrar historias como la de Simeta en muy pocos versos, todos ellos bellos pero también
parte de la narración de una historia compleja. A su vez, utiliza brillantemente tanto el
entorno del campo como el de la ciudad
Referencia bibliográfica:
TEÓCRITO DE SIRACUSA (877): Bucólicos griegos traducidos en verso castellano. Edición de la
Academia Mexicana, correspondiente de la Real Española de la Lengua Imprenta de Ignacio
Escalante, México. Traducción y Notas de pandro Arcaico. Del original (siglo III a.C.).
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